martes, 8 de enero de 2008

Cuando se posee la verdad absoluta – Parte 2

Me fastidia hablar de religión, sobre todo porque muchos parecen tener ideas muy firmes, no siempre acertadas, basadas en la fé antepuesta a la razón, y resulta en pérdida de tiempo intentar siquiera que consideren otro punto de vista. Me pregunto porque es asi? Será acaso que viven una vida tan frágil y su inseguridad los hace aferrarse irracionalmente a ideas pre-concebidas desde tiempos donde la gente creía que el mundo era plano y el centro del universo? No lo sé, pero hoy en día nos da risa el pensar como durante siglos la humanidad tenía ideas de este tipo, que si existía la brujería, el chamuco, dioses mitológicos, el fin del mundo al final del horizonte donde se caía el mar, etc. Tal vez de la misma manera, dentro de 1000 o 2000 años las personas se reirán de nosotros pensando que creíamos que la virginidad era la virtud mas grande, que existe el cielo y el infierno o que las transfusiones de sangre, la homosexualidad o la bigamia, condenaban nuestra alma. No somos muy diferentes que las personas de antes.

Cuando hablo de este tema, alguien sale ofendido. Pero ellos que se ofenden son los mismos que consideran impuro el sexo, impensable que la Virgen Maria no haya sido virgen o que aquel filosofo llamado Chucho jamás tuvo hermanos ni hijos. Digo, no sé si los tuvo o no, me vale madre; pero no me ofende ni me sorprendería que así haya sido.

Hablando de Chucho, tengo recuerdos que no me es muy grato recordar y no me enorgullece haber estado en la situación que a continuación platicaré (pero fue una experiencia interesante de analizar en su momento). Cuando estudiaba en la preparatoria, en el Instituto Pobre de México, había un grupo religioso llamado JHS “Jesus, hijo salvador” el cual se encargaba de encandilar a las mentes débiles para sus ritos diabólicos con la idea (inconsciente por supuesto) de compensar las carencias de sus miserables vidas, y su “líder”(cillo) era un tipo llamado Luis Masip Limon, maestro de formación, al cual se le tronaba la reversa bien gacho y le encantaba hacer sus reuniones espirituales en su oficina con puros muchachitos. Este tipo siempre nos tachaba de ser lo peor y tenía sueños de opio que enfatizaban un fanatismo enfermizo.

Como todo buen adolecente que era, que hace cualquier pendejada con tal de obtener el fruto prohibido (ese que no hay que comerse antes del recreo porque es pecado), entré al dichoso grupo únicamente para quedarme los viernes por la noche con la chava que me gustaba; que por cierto resulto ser una apretada (por algo se metió ella al grupo en primera instancia). Un día, se organizó un retiro para purgar las almas de nosotros los condenados, por supuesto los lame-huevos de los maestros estaban ahí en primera fila y todas las lacras (como yo), que únicamente fueron para ver si en una de esas noches de soledad le decían a una que otra compañera “ven te doy un abracito más de cerca, necesitas un consuelo”. Obviamente ésta niña iría, así que no perdí la oportunidad, me fui a mi casa, tomé mi maleta y les dije a mis jefes “ya me voy, nos vemos en 3 días”, “a dónde vas mijito?”, “a un retiro”, “ok, nada mas no llegues muy tardeee”. El plan era perfecto.

Ahora entiendo porque tantos compañeros iban. Señores padres de familia, cuidado y les den permiso a sus hijas de ir a un retiro espiritual; por supuesto que verán la luz, pero boca arriba. Los cuartos eran antros de perdición, botanas, cervezas, cigarros, revistas de playboy, que algunos compañeros lograron pasar de contrabando. Lo malo no fue eso, si no el ver la completa ambigüedad que reinaba a mis compañeros, que por un lado eran los “malos” y por el otro, minutos más tarde tras el sermón de Limon, se convertirían en “arrepentidos”. Incoherencia total.

Eran las 9 de la noche, de la nada nos mandan llamar a todos a una capilla con mediana luz, velas, unos tipos de cada lada de los pasillos con guitarras, un altar al fondo con un crucifijo que más bien por lo escabroso del Jesus sangrando, debería estar en la casita de los horrores, y a Limon, vestido de negro con mirada solmene y condenatoria, plantado de pie frente a nosotros en un aire de orgullo mientras nos observaba con lastima y desprecio, casi asco, cuales perros sarnosos que éramos. Comenzó con un sermón más o menos así: “SILENCIO… (todos bien asustados guardamos silencio), ustedes han ofendido a Dios con sus vidas llenas de libertinaje, falta de respeto a sus padres y profesores, llevando una vida superficial alejada de los designios divinos… blah blah”. Nunca tragué a ese señor pero muchas de las cosas que dijo si tenía cierta razón; muchos de los ahí presentes eran realmente unos hijitos de la chingada, a los cuales tampoco tragué jamás. El clímax llegó cuando se le zafó el ultimo tornillo y Limón en un ataque de furia comenzó a destrozar el lugar, tirando al suelo el altar, rompiendo en pedacitos las pancartas con la imagen de Chucho, y me parece que hasta tiró el crucifijo al tiempo que decía “siendo como son, es como si le hicieran esto a Jesus”, y bolas. Ahí desperté pensando que le giraría la cabeza como en la película del exorcista, pero eso no ocurrió, en su lugar apagaron todas las luces y los tipos de guitarra comenzaron a tocar y cantar música lava-cocos.

Grande fue mi sorpresa al comenzar a escuchar llantos y lamentos, gente pidiéndole perdón a Dios con lágrimas en los ojos y demás loquito dándose golpes de pecho en un frenesí religiosamente carnal. Pensé “que chingados estoy haciendo aquí, ni fumo, ni tomo (eso lo comencé años después), ni siquiera he arrimado el camarón y encima rodeado de puro loco”. Cuando por fin terminó la tortura, todos los pinche hipócritas (lo peor es que eran hipócritas consigo mismo), se comportaban como si fueran buenas gentes, amigos del alma y hasta se deshicieron del material que metieron de contrabando.

Dos semanas después, todos volvieron a ser unos hijitos de la chingada. Pero, ¿Por qué? ¿Por qué los humanos somos así? A qué viene esta experiencia? Principalmente que no tenemos criterio, y somos sumamente influenciables y manipulables; y no es necesario ser un adolecente para estar sujeto a este tipo de control mental. Lo preocupante aquí es que si nuestro “líder” espiritual dice que despertar con una saludable erección matutina es pecado, se vive todos los días con remordimiento, y no hay forma de hacerle entender a esa persona que es una tontería aferrarse a los principios, a veces absurdos, que predican. A veces pienso que la religión es un mal necesario, pero ese ya es tema de otro post.

Feliz inicio de año

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante comentario, principalmente por lo divertido de tu vivencia en el retiro. Pero como dices, hablar de religiones (no es una, son muchas) es un tema escabroso del que siempre sales raspado por la posibilidad de ofender a alguien. Saludos a la familia en Año Nuevo!!!

elbibis.blogspot.mx dijo...

Qué interesantes reflexiones, me gustó mucho mi visita a tu blog. Saludos.