jueves, 24 de febrero de 2011

Cuando el dolor nos invade.

Dolor, era todo lo que ocupaba la mente de Marco, no podía pensar en otra cosa más allá de la terrible sensación de hinchazón que invadía la parte izquierda de su rostro. Estaba obscuro, tumbado en el suelo sin control de sus extremidades, observando a la distancia las estrellas del firmamento en el balcón de su departamento.

¿Cómo llegó a ese punto? No lo sabía. Horas antes había sido promovido en su trabajo para supervisar un proyecto por el que había trabajado toda su vida, era un hombre inteligente, sumido en la gran tarea de contribuir al progreso de la humanidad, pero no siempre había sido así. Había pasado gran parte de su juventud realizado trabajos escolares a sus compañeros y trabajos extracurriculares para poder obtener un poco de dinero extra, y así pagarse sus estudios. Su determinación siempre lo ayudo a solventar los problemas cotidianos de la vida; también tuvo que aprender a pelear. Un joven “matado” en una escuela pública, como los llaman, era objeto de burlas y envidias. Su mejor opción para evitarse problemas en la medida de lo posible, fue mimetizarse con el medio. En una ocasión ya en su mayoría de edad, después de una maratónica parranda, de esas que empiezan al medio día y terminan hasta que se ha agotado la dotación de alcohol, quiso probar su hombría contra el miembro más fuerte de su grupo social. Todo terminó mal; fue levantado a dos metros del suelo como si fuera un costal de papas y azotado fuertemente contra el toldo de un auto estacionado.
La alarma no dejó de sonar, y como Marco no se pudo levantar por varios minutos, fue remitido a las autoridades por daños a propiedad ajena y pasó un par de días en un hospital recuperándose de sus lesiones. Al salir del hospital, pudo disfrutar del dulce sabor de la revancha; en sus cinco sentidos, si se le puede llamar así, fue en busca del sujeto con el que había peleado días antes; lo dejó inconsciente rompiéndose la mano derecha en el proceso.

Sin embargo, su vida post adolecente no habían sido solo problemas con las autoridades, revanchas y estudio arduo por la noche. Marco era un hombre muy tranquilo, y solitario hasta cierto punto. Emanaba un aire de misterio ante sus conocidos, pero su verdadera pasión era la Ciencia. Siempre aspiró a un bien mayor y meditaba sobre cuestiones cosmológicas y filosóficas. Se encerraba en su cuarto a leer libros de ciencia y cuentos de ciencia ficción y siempre deseó ser parte del proceso de cambio de la humanidad.
Ahora, su trabajo consistía en probar algoritmos de software para el desarrollo de una Inteligencia Artificial capaz controlar los primeros robots lanzados al espacio, en misiones a la Luna y Marte para explotar nuevos recursos y solventar los problemas energéticos del planeta. También pasaba algunas tardes dando clases de defensa personal. De vez en cuando competía en torneos de Artes Marciales.
El dolor físico era parte habitual de su vida, y su fuerza mental siempre lo llevó un paso adelante, pero esa noche en su departamento, aquella sensación que el cuerpo manda como señales eléctricas al cerebro para indicarnos que algo no está bien, era tan fuerte que nada surtía efecto en su muela, el dolor era simplemente insoportable. No hizo ningún intento por levantarse del suelo.
Tampoco hubiera podido, de haberlo deseado. Su estado era más bien el de una persona que se encuentra lo suficientemente dormida como para no reaccionar físicamente a los estímulos externos, pero lo suficientemente lucida como para no poder evitar sentir esa pulsación horrible proveniente de una de sus muelas. Se encontraba en un estado intermedio entre la realidad y el sueño; algunos dirían “se le subió el muerto”.

Había tomado toda la noche. Vaso tras vaso disfrutando del dulce sabor del Ron, como era su costumbre los viernes al terminar su jornada laboral, más aun después de ser promovido. Nada mejor que una buena bebida para relajarse y olvidarse por unos momentos del estrés cotidiano de la ciudad, el trabajo, y el mundo. Un par de hielos, Ron, bebida carbonatada y unas gotas de limón. Una silla en el balcón de su departamento con los pies reclinados sobre la mesa, y un anochecer particularmente limpio. Curiosamente no había luz en la ciudad, pero no le prestó atención a ese hecho. Nunca antes había contemplado una noche tan estrellada como esa noche. Las estrellas como polvo, desperdigadas hasta donde la visión (y el alcohol) le permitían ver, y a pesar de que siempre están ahí, raramente se detenía a contemplar el vasto universo. Algunas estrellas a solo unos cuantos años luz, y otras tan lejanas, que probablemente para el momento en que su luz llegara hasta él, ya no existían.
Una bebida llevó a la siguiente. Perdió la cuenta del número de vasos que había tomado, pero por la cantidad que aun quedaba en la botella, pensó que pronto tendría que irse a dormir. Ante la maravillosa vista, el único sonido que podía percibir en la inmensidad era el de los hielos rebotando dentro del vaso, y su respiración. Una respiración que emanaba tranquilidad.
Es extraño, pero habiendo tantas constelaciones, se le dificultaba distinguir más de una o dos en el cielo, Marco pensó que las personas que les dieron nombre y forma, debieron estar en un “elevado” grado de consciencia etílica, drogadas o psicóticas para poder ver en unos puntos brillantes del cielo a un gran escorpión, o una guerrera mítica montando un carruaje apuntando con su arco mientras es jalado por unos caballos alados. Ojalá pudiera llegar él a tal grado de contemplación divina. Y realmente lo intentaba. El sólo conocía el cinturón de Orión, y a veces, encontraba a la Osa Mayor dependiendo de la época del año.
Con la vista nublada, intentó concentrarse en el Cinturón de Orión. Sabía que en medio de las tres estrellas justo debajo del punto central del cinturón, existe una nebulosa gigante, cuna de estrellas y lugar de grandes explosiones cósmicas. Una de las pocas nebulosas visibles desde la Tierra con un telescopio. Mientras se perdía en el infinito, le pareció ver un gran brillo cuyo resplandor se hacía cada vez mayor justo en ese punto del cielo, repentinamente el dolor se hizo presente. No pudo más; entre el cansancio, su bebida “relajante” y el fuerte golpe que vino de “la nada”, quedó instantáneamente dormido, o noqueado más bien. El remanente del vaso se derramó sobre sus ropas y éste rodó hasta hacerse añicos en el suelo.
Pero ni tal cantidad de alcohol circulando por sus venas, era útil para mitigar el intenso dolor de muelas del que fue preso. No podía despertar. Había una fuerza desconocida que le impedía siquiera abrir los ojos, al menos esa era su percepción. Pero tampoco estaba completamente dormido porque podía sentir el intenso dolor. Eran como mil taladros perforando cada milímetro cubico del corazón de su muela. Apretó fuertemente la quijada para ver si al intensificar la sensación, se privaba completamente de la realidad, pero entonces escucho una extraña voz. No con sus oídos como se escucha el ruido de la ciudad, o la voz de una persona que se encuentre junto a nosotros. Sino una voz directamente en su mente. Sabía que no era español, ruso o alemán, o cualquier lengua conocida y sin embargo le entendía perfectamente. Claro que tampoco estaba consiente así que cualquier mensaje dentro de su mente, independientemente del idioma que él pensase que fuera, lo entendería por ser el mismo subconsciente que se comunicaba. Ese era su razonamiento.
La voz aumentó de volumen, si es que se puede describir así, después de sus inútiles intentos por hacerse de oídos sordos. O mente sorda para tales efectos.

- No ejerzas presión con los músculos de tu mandíbula por favor. – dijo la voz “interior”.
- ¿Quién me habla? – respondió Marco, no con palabras, si no con el pensamiento, muy dentro del estado semiconsciente en que se encontraba. Debo estar soñando, pensó.
- Lo que tu llamas nombre o entiendes como tal, no sería algo significativo para ti si te lo digo, ni es algo que puedas asociar con lo que ustedes llaman identidad, somos muchos y uno a la vez, sin embargo, si eso te complace, puedes llamarme Orión.
- Orión, ya veo. – Pensó (o dijo internamente) con cierto aire de ironía e incredulidad.
- Si, Orión. Disculpa nuestra rudeza, pero sentimos una ligera presión en el interior de lo que tú llamas muela y hemos decidido presentarnos haciendo una declaración formal para habitar tu cuerpo.
- ¿¡Mi cuerpo?.
- Si, tu cuerpo. Hemos venido desde muy lejos tras la destrucción de nuestro planeta, que se encontraba en el complejo ubicado a 1500 años luz de distancia, en lo que tú conoces como el Cinturón de Orión. Nuestro sol aumentó gradualmente de tamaño en los últimos años de su vida hasta convertirse en una supernova en el interior de la nebulosa de Orión, haciendo añicos a nuestro sistema solar entero. Antes de que eso ocurriera y murieran todas las especies habitables de nuestro planeta, tuvimos que escapar buscando un lugar para que mi civilización pudiera seguir existiendo.
- ¿Y ese lugar que buscan, se encuentra en el interior de mi muela? – pensó Marco enfadado, pues el dolor se intensificaba cada vez más.
- Si. En todo tu cuerpo de hecho, pero la capital de nuestro pueblo estará dentro de tu muela. Verás, el cuerpo humano ha sido clasificado por nuestros expertos como un habitat ideal para subsistir indefinidamente, al menos mientras te encuentres con vida antes de tener que mudarnos al cuerpo de otro individuo.
- Mi cuerpo no es habitad para ninguna especie, mucho menos extraterrestre, mira que me han provocado un dolor tan intenso, que si pudiera yo mismo me sacaría la muela en éste instante. – dijo indignado.
- De hecho, tu cuerpo es un lugar ideal para muchas formas de vida. Siempre hay comida disponible, agua, oxigeno y es un lugar con una temperatura auto regulada independientemente del clima exterior, siempre que éste no sea extremo. Mira que tuvimos que lidiar con algunas bacterias para poder llegar aquí.
- No debí beber tanto ésta noche – dijo para sí mismo con cierto aire de resignación – ahora me encuentro hablando con un virus extraterrestre que piensa construir la capital de un imperio en mi muela...
- No somos lo que tú entiendes como virus – interrumpió tajantemente Orión. – Los virus son una entidad infecciosa microscópica que se reproduce dentro de las células del huésped, causando en algunas ocasiones, estragos en el cuerpo que infectan, y no poseen inteligencia alguna. Por cierto, agradecemos la bebida que has traído ésta noche a tu cavidad bucal. Nuestra gente ha estado de fiesta y muy alegre con aquello que tu llamas Ron. – terminó diciendo Orión con una denotada y repentina alegría.

Confundido por el repentino comentario sobre la bebida, Marco agitó la cabeza, o al menos pensó en algo que físicamente equivaldría a agitar la cabeza y continuó:

- ¿Pero que acaso no son ustedes una entidad que ha infectado mi muela y vivirá a costa de los recursos de mi cuerpo? Son un virus ¡! Y me han causado un dolor como nunca en mi vida había sentido antes, y mira que soy un tipo rudo.
- La relatividad de tu pensamiento es muy subjetiva Marco. Bajo tu perspectiva, un virus es una forma de vida que infecta un huésped viviendo a costa de los recursos de éste, causando problemas de, lo que tú llamas, salud. A veces el virus se aloja indefinidamente pudiendo causar la muerte del ser viviente, y otras veces se queda poco tiempo antes de ser arrasado por las defensas del organismo infectado. Continuando con tu esquema de pensamiento, los humanos son un virus para lo que conoces como planeta Tierra. Se han reproducido indiscriminadamente agotando todos los recursos naturales, han contaminado irreversiblemente el ecosistema y los daños producidos por su inconsciente forma de vida, difícilmente serán revertidos en el corto plazo. – hizo una breve pausa mientras Marco “escuchaba” aun molesto por el intenso dolor de muelas.
Orión continuó. – Y considerando la vida del planeta, y el tiempo que ustedes los humanos llevan aquí, es como si tú estuvieras en los primeros 15 segundos de infección por, lo que llamas, gripe. Y han hecho más daño a la Tierra en esos “15 segundos”, que una gripe en tu cuerpo en el mismo periodo. ¿Quién es el virus? – remarcó Orión en algo que Marco pudo percibir como, orgullo.
- Es diferente. Nosotros los humanos hemos evolucionado de forma natural en éste planeta. En cambio tú, o ustedes, han llegado a invadir mi cuerpo para poder subsistir. Y ahora se encuentran dentro de mi muela construyendo una pequeña ciudad para tu gente. Esa acción tuya me está matando de dolor.
- Es correcto Marco, pero hay una gran diferencia, y similitud a la vez. Tu gente utiliza a la Tierra para asentar sus poblaciones, obtener recursos y reproducirse. A su manera, ella también sufre, lo que podría ser un efecto secundario comprensible si los propósitos de ustedes los humanos fueran otros que enriquecerse, como por ejemplo, evolucionar como civilización para un bien mayor común. Adquirir el conocimiento del cosmos, obtener respuesta a la última pregunta. ¿de dónde venimos y a donde vamos?
Nosotros no estamos aquí para destruir tu cuerpo, sino todo lo contrario. Mientras nos habríamos pasó por las terminaciones nerviosas de tu cavidad bucal, te hemos librado de varias caries potenciales y algunas bacterias que estaban a punto de causarte una infección.
Nuestros exploradores se encuentran justo ahora monitoreando tu cuerpo en los puntos clave, y pronto me informarán si hay algún problema que corregir.
- Bueno – Pensó Marco algo dubitativo pero más aliviado. – Entonces supongo que he de tomar éste tremendo dolor como un efecto secundario de una gran bendición. ¿Me van a curar todas las potenciales enfermedades?
- Así es. Debemos tener nuestro habitad limpio y seguro para comenzar a reproducirnos. Únicamente cuando te encuentres libre de toda infección es cuando podremos comenzar a poblar las sinapsis neuronales y así tomar el control de ellas. Desde ese punto seremos capaces de usar tu cuerpo como lo que tú llamas, zombi. Serás, junto con el resto de los humanos, el medio a través del cual podremos manipular los recursos de éste planeta a nuestro antojo. Nuestra población crecerá e irá tomando el control de otras personas hasta llegar al punto en que la raza humana en su conjunto será utilizada por nuestra “gente” – Orión mencionó ésta palabra con un tono que Marco interpretó como jactancia. Orión continuó. – para éste bien mayor. Como verás somos la cura del planeta, y a futuro, del universo.

Asombrado y aterrado a la vez por lo que escuchaba, Marco realizó varios vanos intentos por despertar, pensando que eso no podía estarle pasando. No era un hombre de creencias religiosas, mucho menos pensaba en deidades divinas. Pero en ese momento, muy en contra de su naturaleza agnóstica, pensó en Dios. La sensación de impotencia, falta de control de su cuerpo junto con el gran miedo del que era presa, despertaron en él esa necesidad de protección divina. Solo quería que la pesadilla terminara.

En medio de un inusitado cabildeo divino, Orión interrumpió:

- Ah ¡! Ustedes los humanos. Sienten que son todo poderosos, pero cuando se encuentran en una situación desagradable fuera de su control, despiertan el instinto infantil de protección paternalista. Al dejar de ser niños pasan la necesidad de sentirse protegidos por sus padres, a entidades divinas inexistentes. Es inútil que pidas ayuda Marco, nadie te escucha más que yo. Recuerda que tus pensamientos están conectados a los míos, a nosotros. También es inútil que intentes despertar; el alcohol en tu cuerpo es el suficiente como para mantenerte dormido por unas horas más, tiempo suficiente para que mi gente termine la gran capital dentro de tu muela.
- Oh por Dios ¡! Así que planeas apoderarte por completo de mi cuerpo y de mi mente, junto con la de toda la raza humana para convertirnos en zombis que sirvan al propósito de tu gente ¡!. No son un virus, son parásitos dispuestos a destruirnos y acabar con nuestra sociedad. Como te atreves a decir que son la cura y nosotros la enfermedad; ustedes son maldad pura.
- Oh, maldad, interesante y subjetiva aseveración. Subjetivo significado agregaría. Por el leer de tus pensamientos, llego a la conclusión de que la maldad para ti es todo aquello carente de bondad que viene acompañado de desgracia y calamidad, apartándose de lo lícito u honesto. Hablemos de honestidad entonces.
Lo peor de su raza es que han utilizado por siglos, una supuesta conexión espiritual alimentada por niveles de soberbia que mi gente no conocía, para matar, destruir y arrasar ciudades enteras. En el nombre de Dios, como tú lo llamas, los genocidios fueron cosa común en la historia de tu planeta según me informan mis analistas, junto con asesinatos en masa, torturas, abusos y destrucción mutua. En todos nuestros viajes interestelares no habíamos conocido a una raza con tal capacidad autodestructiva.
Lo que tú entiendes como soberbia, va acorde con tu razonamiento de maldad. Por lo tanto las personas auto proclamadas seguidoras de Dios, tienen un alto grado de maldad por el nivel de soberbia en que están inmersas. Y la necesidad de protección paternalista de los humanos, los hacen seguidores de éstos supuestos líderes espirituales, llevándolos a cometer brutalidades con su propia gente.
- Los errores que mi gente ha cometido en la historia no son razón para que intentes tomar el control de toda la humanidad para tus propósitos. No se justifica. Somos personas libres, pensantes y autónomas en un proceso de maduración y crecimiento. Todos los seres vivos en algún momento de su historia evolutiva deben pasar por crisis y librar por si mismos sus errores. El precio que tenemos que pagar tal vez sea nuestra autodestrucción a final de cuentas, pero vale la pena correr ese riesgo si al final la recompensa es haber alcanzado el alto nivel evolutivo del que presumes. Es la única forma de llegar a la meta. Si alguien más llega a tomar el control y decide por nosotros como pretendes, entonces nos habrá privado del derecho que como habitantes de ésta existencia tenemos.

Orión quedó en silencio por unos instantes. Marco tuvo la percepción de que meditaban sus palabras y ésta fuera la razón de su repentino silencio. Aunque el dolor continuaba e intentaba sin muchos resultados poder despertar de aquella horrible pesadilla. Probablemente era psicosomático, sin embargo no podía evitar sentir como si su cuerpo ya estuviera siendo sometido a un ritual de conversión zombi, de aquellos que vio en alguna ocasión en los documentales de la televisión, donde someten a las personas a lavados de cerebro y bebidas espirituosas. Orión tomó la palabra:

- La existencia trae consigo una gran responsabilidad, amigo ¡!, si me permites la expresión. Pretender dejar por sí mismo a un ser irresponsable para que aprenda de sus errores puede acarrear un gran riesgo. En tu sociedad, según entiendo por tus pensamientos, existen castigos para personas que cometen, lo que entiendes como actos de maldad, ya sea quitarle a otro ser humano algo de su propiedad sin su consentimiento, o incluso privarlo de la vida. Analizando el comportamiento de la sociedad en que vives, deduzco según tu argumento, que sería lo mismo dejar en su libre albedrio a un asesino esperando que la experiencia y la madurez llegue por si misma hasta que deje de matar.
Esto no es posible, lo sabes, así que se castigan actos de maldad en tu sociedad. Muchos de estos castigos incluyen la pena de muerte para el infractor.
Deja me explico mejor. Ustedes son los asesinos del planeta y de ustedes mismos. Algunas veces justifican dichos actos pensando que el arrepentimiento es suficiente, en otras, llegan a casos más extremos donde sienten que son la mano ejecutora de un plan divino, y en el nombre de Dios, sale lo peor de la humanidad torturando y terminando con vidas inocentes. Nosotros hemos llegado buscando un lugar donde vivir; y sea de paso, dicen ustedes, para terminar con esa situación y revertir el gran daño realizado a su planeta.
- Es verdad lo que mencionas. – interrumpió Marco. – existen castigos para evitar o intentar disminuir que se cometan actos de barbarie, maldad o ilícitos. Existen muchas personas dementes, egoístas, desorientadas o con trastornos de personalidad avanzados que los llevan a cometer robo, asesinato o genocidio. Mi historia está plagada de historias, donde el líder de una civilización ha mandado a su ejército para acabar con la vida de pueblos vecinos, para el beneficio propio. Lideres que tienen el poder de destruir ciudades enteras con solo dar la orden a sus oficiales. Personas que dañan el patrimonio, la integridad o la seguridad de sus congéneres. Podría no terminar haciendo una lista.
Pero también habemos quienes no solamente pensamos en nosotros mismos, sino en el mundo en general. Yo mismo me encuentro ayudando a desarrollar la tecnología necesaria para encontrar otros mundos, más recursos energéticos, minerales, nucleares, etc., que ayudarán a disminuir la pobreza y hambre mundial. No puedes juzgar a una civilización entera por la forma en que unos pocos se comportan. Nos falta mucho por avanzar, lo sé. Hay líderes que siguen buscando el beneficio y riqueza individuales; que se incumben en guerras innecesarias en el nombre del bien o del progreso.
Pero ésta situación va a cambiar, también lo sé.

Por un momento Marco se sintió con la gran responsabilidad de salvar a su planeta. Era como tener el destino de la humanidad, literalmente en sus manos por unos instantes. Trataba de pensar sin pensar puesto que Orión podía leer sus pensamientos, y éste, tenía parcial razón en su razonamiento. Incluso apoyaba ligeramente la idea de erradicar por completo a personas sin valor alguno como individuos.
Todas esas sanguijuelas que viven para chupar la sangre ajena sin mediar en sus acciones, con nulo valor ético, irresponsables e indiferentes ante la vida. ¿Pero qué culpa tenían las verdaderas sanguijuelas?, caviló, al menos son útiles para ayudar a algunos enfermos a curar sus heridas, se propuso encontrar una mejor metáfora para describir a personas sin valor.
Hizo una anotación mental y sus pensamientos volvieron a la tarea de salvar al mundo, como lo hacen en las películas. Sería un héroe anónimo, aunque por ahora, tenía que salvarse él mismo de no convertirse en un zombi que sirva a los propósitos maléficos de una despiadada raza de parásitos extraterrestres con ínfulas de salvadores cósmicos. Marco continuó hablando, o pensando, tratando en ésta ocasión de ser escuchado, si es que logró que sus pensamientos anteriores no fueran escuchados.

- Hablemos de razonamiento entonces. Según tú lógica forma de proceder... – comenzó Marco como quien quiere explicarle algebra lineal a quien apenas sabe multiplicar. – Los humanos algunas veces realizamos actos muy cuestionables por delirio, pensando que una entidad divina nos ha enviado para erradicar el “mal” del planeta o por interés propio. En éste caso dices que vienes en nombre de la Tierra, para salvar a un planeta moribundo que ha sido infectado por los humanos. ¿Con que derecho actúas pensando que lo haces en nombre de éste mundo? ¿Acaso no es lo mismo que hacen los desequilibrados cuando invaden una nación en el nombre de Dios? ¿La Tierra te ha pedido que la salves?
- No es lo mismo. Dios, como tú lo llamas, es una entidad divina inexistente. Cualquier ser humano que diga que Dios le habla, sufre de, ¿cómo le dicen ustedes?, Ah, sí, esquizofrenia. – recalcó Orión tras leer brevemente el pensamiento fugas de Marco para obtener dicha palabra.- En el caso de mi civilización, vemos como consumen los recursos no renovables mientras se siguen multiplicando sin pensar en las consecuencias a futuro. Y aún peor, como se matan los unos a los otros.
- Pero sí estamos conscientes de las consecuencias a futuro. Nuestros estudios son claros en el efecto del calentamiento global producto de la intensa deforestación. Es imposible, por el momento, evitar que personas sin ética por el ecosistema desee e intente enriquecerse explotando los recursos naturales. Por eso creamos leyes y organizaciones internacionales dedicadas a frenar estos efectos y castigar a quienes atentan contra la vida del planeta. Pero esa es nuestra tarea y son nuestras decisiones las que deben sentar un precedente, de si, nuestro futuro en la Tierra será posible.
- Está en su naturaleza el egoísmo. Las tendencias actuales indican una destrucción inminente de la vida terrestre en 200 años de no hacer algo radical ahora. Yo, nosotros, no venimos en nombre de la Tierra porque ésta nos llame, a diferencia suya que escuchan voces de un más allá que no existe. Estamos aquí en pro de la vida y la diversidad. Ustedes, los seres humanos tuvieron su oportunidad y la han desperdiciado.
- No vienes representando a la vida. Tu mismo me has dicho que tu planeta de origen fue destruido a causa de una supernova, y que encontraron la forma de adaptarse dentro de nuestros organismos. La verdadera razón de tu invasión es por interés propio, para subsistir, y no te importa si en su intento de continuar existiendo, privan de la vida, que tanto defiendes, a miles de seres humanos.
- Pero no estaríamos privándolos de la vida, continuarán viviendo muchos años más, sin enfermedades, sin sufrimiento, al mismo tiempo que la Tierra se recupera.
- Una vida como zombi ¡! No es vida ¡!, es estar muerto en vida. Sin decisión propia, sin pensamientos nuevos, estancados en la rutina eterna del día a día, marionetas presas de la voluntad de tu raza, que ha venido buscando refugio. Y lo han tomado, pero llevándose con él millones de años de evolución. Si eso no es destruir una vida para ti, si esto no es atentar contra la naturaleza misma, entonces eres igual de psicótico que las personas que hacen daño a este planeta.
- Interesante concepto el de la psicosis. – dijo Orión indiferente.- Daño colateral. ¿No lo llaman así ustedes? O un efecto secundario por un bien mayor si lo prefieres. Si tuvieras que matar a una persona inocente, sabiendo que es la única forma de salvar a miles, ¿lo harías?
- Esa es una pregunta hipotética ante una situación inexistente que pretendes utilizar para que caiga en contradicciones, y así justificar tu proceder ante mí. Pero no se que buscas discutiendo conmigo, después de todo veo que tienes tu decisión tomada y nada de lo que diga cambiará la situación actual. Creo que la época de los humanos ha terminado.
- Es divertido, una emoción que no había experimentado en años. De hecho la construcción de nuestra ciudad capital en tu muela está casi terminada. Si te sirve de consuelo tarde o temprano la vida inteligente volverá a evolucionar en tu planeta.
- Déjame responder a tu pregunta, tomaría el camino del bien mayor sin privar de la vida a millones de seres vivientes. Si buscas con inteligencia, siempre habrá alternativas.
- Tal vez, sin embargo tienes razón en algo, mi decisión ha sido tomada.
- Pues que así sea amigo Orión. Al menos permíteme despertar y disfrutar conscientemente de un último trago, un brindis, le llamamos nosotros, por un bien mayor.
- Un brindis, por el bien mayor. Salud.

Era el alba del amanecer, el sol se encontraba deslumbrante saliendo por el horizonte. La ciudad continuaba sin energía eléctrica pero ya se podía ver a lo lejos bajo los rayos del sol. Marco abrió los ojos, crudo y con un dolor de cabeza intenso. Había sido una horrible pesadilla, un mal sueño que no deseaba repetir jamás. ¿Qué más podría haber sido sino una manifestación de su subconsciente al estar involucrado en la labor de llevar a la humanidad a un mejor futuro?

Se levantó de la silla como quien acaba de recibir una golpiza. Tenía un horrible sabor de boca que deseaba quitarse lo antes posible. Se tambaleó hasta el baño y comenzó a cepillarse los dientes con cierta holgura cuando sintió de nuevo una fuerte punzada en la muela. Instintivamente puso su mano bajo la mandíbula como si eso fuera a mitigar el dolor.
Regresó corriendo al balcón donde había pasado la noche entera. Estaba llena de colillas de cigarro, botana regada por todo el piso, y algunos cristales rotos de un vaso refractando la luz del sol. Tomó la botella de Ron con el poco licor que le quedaba. No había tiempo que perder, la duda lo invadió en un instante sobre la veracidad de su sueño, y volvió a sentir aquella necesidad de salvar al mundo. Daño colateral, pensó. Un efecto secundario por un bien mayor, repitió para sí mismo mientras tomaba aire, y valor por supuesto. Se empinó la botella entera tragando el contenido de licor y segundos después aporreó el lado inferior izquierdo de su mandíbula contra el barandal lo más fuerte posible. Se privó de inmediato. Marco quedó tendido sobre el suelo lleno de cristales, en un profundo e instantáneo desmayo.

Y pasó un indeterminado intervalo de tiempo.

“Marco…, Marcooo”, escuchaba en algún lado de su cabeza. “Marcoooo”. Sintió una fuerte sacudida que lo sacó de su estado inconsciente. Con la vista aun nublada y un fuerte dolor de cabeza, se tambaleó mientras intentaba levantarse del suelo.
- ¿Qué te pasó? – dijo una voz femenina. ¿Era un ángel quien le hablaba?
- ¿Qué sucedió, donde estoy? – se esforzó en pronunciar estas palabras completamente desorientado. Intentando adquirir consciencia de la situación.
- Te estuve marcando pero no contestabas el teléfono. Ya son las 2 de la tarde y me preocupé al no saber nada de ti. Habíamos quedado en vernos hace más de 4 horas. Entonces vine a verte y aquí te encuentro tirado en un chaco de sangre. Al parecer te has caído y roto la boca. Mira encontré una muela tirada, debe ser tuya.

Marco cayó en un gran asombro al escuchar aquellas palabras, y abrió los ojos como si tuviera una fiera furiosa delante de él a punto de atacarlo. Como un desquiciado, o un ladrón que arrebata la cartera a su víctima, tomó la muela de manos de su novia y se apresuró al interior del departamento. Comenzó a sacar cajas y triques de un armario, botando todo en el proceso. Abrió un estuche de herramientas y sacó de su interior un martillo. Lo sostuvo en su mano con fuerza. Nunca antes había estado tan feliz de tener una herramienta en su mano. Era como encontrar un tesoro legendario después de toda una vida de búsqueda.
Colocó su muela en el piso, y haciendo gala de una habilidad digna de un herrero forjando una espada mágica, hizo añicos la pieza dental con un fuerte y contundente golpe, que envió miles de pedazos a toda la habitación. Tuvo una sensación extrañamente placentera. Probablemente equiparable a presionar el botón de activación de una bomba nuclear, si se puede resumir su activación a la de presionar un simple botón, claro está. Marco se levantó del suelo, soltó un suspiro de alivio. Dejó caer el martillo de su mano, la gravedad hizo el resto. Fue cuando notó que su novia lo veía con una mezcla de espanto y preocupación.

- ¿Estás bien? – dijo ella. - ¿Qué ha sido todo este teatro?
- Sí, me encuentro bien. Ya estoy bien, solo tuve una muy mala noche y una horrible pesadilla. Necesito un baño y un par de aspirinas.
- ¿Aspirinas? Aquí tengo conmigo, toma. Pasé a comprar unas en el camino. Desperté hoy con un terrible dolor de muelas.

¿FIN?

lunes, 3 de enero de 2011

El Futuro del Hombre

Se ha hablado sobre el fin del mundo desde tiempos inmemoriales, pasados remotos que se extienden por siglos hasta casi el inicio de la civilización moderna de la raza humana. Guerras, pobreza, hambre, pestes, crisis que han desmoronado imperios cuyo legado ha quedado grabado en los libros de historia, para recordarnos lo que hemos de impedir, para obligarnos a mirar en retrospectiva el cauce de nuestro destino. Civilizaciones enteras han sucumbido ante las crisis, invasiones de imperios poderosos, desastres naturales y hasta intervenciones divinas según algunos creyentes, todas pronosticando el fin de los tiempos, el inevitable apocalipsis que, se dice, traerá la destrucción no de un imperio, si no de la vida entera del planeta.

Todas estas manifestaciones del más puro miedo primitivo, su origen se encuentra a menudo en la misma naturaleza del hombre, el cual tiende a sentirse especial y parte de algo mayor: imaginar que es su presente el que definirá el futuro de la humanidad, lo que es parcialmente cierto pero en el pasado esto aplicaba en grado mucho menor, mas localizado digamos. Sin embargo, esta sensación no ha sido algo tan real y tangible en el pasado como lo es hoy, pero antes de dar mi punto de vista, un pequeño pre-ambulo:

Como he mencionado con anterioridad, si juntamos todos los avances científicos de toda la historia conocida del hombre, no se comparan con los que hemos tenido en los últimos 50 años. Es increíble la capacidad de procesamiento que tenemos en nuestras computadoras de mano, que es mucho mayor que una súper computadora de hace 30 años, o menos. La información se encuentra al alcance de un par de clics y cada 18 meses según la Ley de Moore, ésta capacidad de procesar información se duplicará en velocidad. Ya se están comenzando a desarrollar los primeros procesadores de grafeno los cuales permitirán tener computadoras de velocidades hasta ahora imposibles. En algunos años tendremos las primeras computadoras cuánticas, que trabajaran en base al grado de inclinación y frecuencia de vibración de electrones individuales para determinar el valor del bit (el cual ya no será bit, si no un nuevo término que defina el estado del electrón mas allá de 1 y 0) y aproximadamente en 40- 50 años tendremos la capacidad de generar inteligencia artificial que pueda pasar el Test de Turing (una prueba con una serie de preguntas que se le hacen a una I.A. donde el aplicador es incapaz de distinguir si quien da la respuesta es una persona o un ente dotado de inteligencia artificial).

Desafortunadamente, por primera vez en la historia también tenemos la capacidad real y tangible de destruirnos en masa, literalmente. El arsenal nuclear del mundo ha llegado a la grandiosa cantidad de más de 20,000 armas de destrucción masiva (sabemos lo que una es capaz de hacer). Es ésta generación, la nuestra, la que por primera vez en la historia del planeta, tiene la capacidad de definir el futuro real del hombre sobre la tierra. Es hoy cuando la voluntad política, nuestra madurez como sociedad y las decisiones de nuestros gobiernos entre muchos otros factores, van a sentar inexorablemente el destino final de la humanidad determinando si seremos capaces de pasar la barrera del uranio.

La barrera del uranio, es un punto culminante de toda civilización tipo 0 que se encuentra en vías de expansión tecnológica. Toda inteligencia en el universo que evolucione hasta desarrollar una civilización, tarde o temprano descubrirá la energía nuclear. Se dice “Barrera” al ser un tope en el desarrollo, que solo será superado cuando dicha civilización haya logrado pasar a un estado de madurez más allá del “adolecente” el cual es inconsciente, impulsivo y autodestructivo. Como raza en éste planeta, aun somos adolecentes egoístas y autodestructivos, explotando los recursos naturales del planeta sin pensar en el futuro y anteponiendo los intereses nacionales (¿personales?) al bien común. De sortear la Barrera del Uranio, habremos dado un gran paso evolutivo, y de madurez como sociedad, que nos permitirá unificar al mundo en un gobierno común, una sociedad de humanos sin nación, sino como simples habitantes del único planeta en el universo, del cual se sabe, tiene vida. Y sin lugar a dudas, es ésta generación de seres humanos sobre la tierra, NUESTRA generación la que definirá el último futuro del hombre en el universo.

domingo, 2 de enero de 2011

¿Y si somos los primeros?

Hace tiempo escribí sobre la posibilidad de vida extraterrestre que pudiera, o no, estarnos visitando en la tierra. Ahí expuse mis teorías que explicaban como llegué a la conclusión de que es muy poco probable que así sea, aunque deseaba profundamente estar equivocado.

Recientemente me he topado con lecturas muy interesantes con teorías con bases científicas que explican el porque aun no nos hemos topado con evidencia irrefutable de vida extraterrestre inteligente. Es increíble soñar con las posibilidades existentes allá arriba, con miles de millones de años luz en un universo que se expande mas rápido que la velocidad de la luz (sí, nada puede viajar mas rápido que la luz, pero el espacio en si mismo si puede expandirse mas rápido que la luz), siendo éste universo solo uno de una posibilidad infinita de universos que nacen en un bigbang nuevo a cada instante, como burbujas de jabón, sobre un mar infinito de energía eterno del cual se crean y destruyen múltiples realidades.

Pero regresando al punto, aquí enumero las distintas explicaciones del porque aun no hemos visto evidencia de vida inteligente en otros mundos:

Distancias. El universo es increíblemente basto. Nuestro sol tiene aproximadamente 8 billones de años, poco menos de 2/3 la vida conocida del universo, y la tierra unos 5 billones de años desde su formación. Los humanos en el planeta tenemos en nuestro estado evolutivo actual poco menos de medio millón de años, eso es 0.0000000001 la vida de la tierra. O para que se den una mejor idea, si la vida de la tierra fuera un año, nosotros llevamos aquí 1.15 segundos. Aun así, los avances tecnológicos de los últimos 50 años han sido mayores que todo el avance científico de la humanidad en toda su historia anterior junta. En otras palabras, tuvieron que pasar prácticamente 5mil millones de años para que una raza lo suficientemente inteligente pudiera evolucionar en un planeta y aun así, solo lleva 50 años transmitiendo señales de vida (ondas de radio) al espacio, las cuales apenas han recorrido 50 años luz de distancia, esto es unas cuantas estrellitas vecinas de nuestro sol (es como la caída de un grano de sal en nuestra mesa, y esperar que sea escuchado en Urano, ignorando el hecho de que el sonido necesita aire para ser transmitido). Lo mismo puede estar pasando en otros lugares del universo. La evolución toma tanto tiempo, y las distancias son tan largas, que aunque existan seres en otros lugares, va a pasar mucho tiempo antes de que siquiera comencemos a notar, los unos con los otros, que aquí estamos.

Barrera la Uranio. Seré mas profundo en éste tema en otro post, basta con decir por ahora, que toda civilización en constante avance tecnológico, tarde o temprano se topará con el descubrimiento de la energía nuclear, y su capacidad para producir grandes cantidades de energía la cual puede, iluminar una ciudad, o como es bien sabido en nuestra historia, destruirla en segundos. El cruce de ésta barrera es crucial, y se refiere a la capacidad de no auto-destruirse en el proceso de su descubrimiento. La teoría dice que es posible que muchas civilizaciones hayan evolucionado antes que la nuestra, sin embargo no pudieron sortear ésta barrera y se auto-destruyeron en guerras/conflictos/accidentes nucleares antes de poder dar señales de vida fuera de su planeta.

Evolución. Tal como menciona el Dr. Kaku, cuando nosotros como personas nos topamos con vida inferior, como una colonia de hormigas, nuestra primer reacción no es la de pedirle a la hormiga que nos lleve con su líder ni ofrecernos a compartir nuestra avanzada tecnología para el beneficio de la colonia. Lo mas seguro es que ignoremos el hormiguero sin que sus habitantes noten siquiera que estamos ahí, o quizá, hasta pisemos a algunas de ellas. Lo mismo puede estar ocurriendo con formas de vida avanzadas existentes allá afuera, somos tan insignificantes y atrasados que simplemente nos ignoran pasando completamente desapercibidos.

Sin embargo yo tengo otra teoría, ¿y si realmente fuéramos los primeros? Puede sonar muy egocentrista o demasiado tendencioso; pero alguien en algún momento tiene que ser el primero en algo. ¿En este caso podría caber la posibilidad de que somos la primer raza inteligente en evolucionar en éste universo? ¿Será acaso que no hay señales de vida afuera porque realmente no la hay? De ser así, tras pasar la barrera del uranio seriamos la primer raza en comenzar a colonizar el espacio exterior y en descubrir los misterios inimaginables que aguardan afuera, un lugar hostil y maravilloso repleto de las cosas mas peculiares e increíbles jamas creadas.

Nos esperaría (o espera) todo un universo por descubrir, y me gustaría empezar éste 2011 pensando en todo lo que nos aguarda.