jueves, 5 de noviembre de 2020

Mendigando amor

 Era el último cuarto de 1996 cuando aún me encontraba en proceso de recuperación tras el rompimiento de mi primer relación seria; y escuchar una y otra vez el álbum “These Days” de Bon Jovi encerrado en mi cuarto poco a poco dejaba de ser la rutina de cada día. Viajando al pasado, unos 6 años atrás, tuve un fugaz e inocente amor con una niña 2 años menor que yo; ella tenia 11 años y yo 13, sin embargo su desarrollo tanto físico como mental, la hacían parecer mayor que yo. Su mamá nos llevaba a diversos lugares para que pudiéramos vernos sin tener que usar el metro o tomar taxi. Nos gustábamos mucho, solo que (como hasta la fecha), las señales que me enviaba eran indescifrables para mí.

Un día, en algún parque de la CDMX estábamos recostados en el pasto, y jugando, terminó encima de mi cara a cara; mi corazón duplicó al instante su ritmo..., el tiempo se detuvo y nos dimos nuestro primer beso, de hecho, fue mi primer beso. A mis inocentes 13 años de edad no sabía cómo manejar una situación así, y el tiempo, las circunstancias y otros factores, hicieron que cada quien tomará rumbos distintos. Su nombre era Tulia, bonita, sencilla, divertida y demasiado desarrollada para su edad, precoz se queda corto.

Volviendo al año de 1996, a una de esas tardes en las que estás en cama buscando figuras y caras en el techo de tu habitación, me acordé de ella “que pendejo estaba, ¿por qué no hice florecer esa relación?” me decía. Fue entonces que como revelación, como quien tiene una epifanía, su número telefónico llegó a mi cabeza de la nada; no sabía que conservaba esa información en mi memoria (y aun la conservo; sí, me sé su número de teléfono aunque ignoro si continue siendo válido).

Después de muchos intentos fallidos en los pasados meses mendigando amor y atención por donde sea, tomé el teléfono, me armé de valor y marqué; estaba temblando y cada “ring” solo aumentaba la tensión y mi ansiedad. Después de esperar por casi medio minuto y a punto de colgar, una voz femenina y alegre contestó; era ella, Tulia. Fue un clic inmediato; platicamos tal vez un par de horas, y quedamos de vernos. Unos días después, con los huevos en la garganta por los nervios y la ansiedad previa a los re-encuentros de este tipo, encontré la dirección. En ese entonces no había teléfonos celulares, mucho menos algo parecido a Google Maps, la búsqueda era a la antigua, una búsqueda que me llevó al Estado de México relativamente cerca de las Torres de Satélite. Estacioné mi Caribe azul modelo 1985 a un par de casas y me quedé en el interior intentando calmarme mediante la respiración mientras limpiaba el sudor de mis manos.

Cuando agarré valor, toqué el timbre y ahí estaba ella, arreglada, radiante, sonriente, hermosa… toda una mujer a pesar de contar con tan solo 17 años (yo tenía 19 años), siempre fue una mujer muy madura para su edad, y demasiado precoz. Nos abrazamos y no pude evitar sentir como sus generosos senos se apretujaban sobre mi pecho sin que a ella le importara un comino. Fue el inicio de lo que prometía ser otra historia de amor digna de ser recordada. Como todo un caballero empoderado, le abrí la puerta del auto, subió, y nos dirigimos sin rumbo específico (o eso creía) a cualquier lugar que nos permitiera convivir, platicar, recordar… reconectarnos. Terminamos en un Vips donde nos atendió un mesero de 27 años que se comportaba de forma muy extraña; en ese momento no presté mucha atención a ese hecho; primera señal ignorada, en el primer día. Me volví a enamorar locamente al instante ese día, y el martirio* emocional que había estado viviendo desapareció, temporalmente.

Comenzó una nueva rutina; no éramos novios, pero tampoco teníamos trato de solo amigos. Dato curioso, le gustaba mi caribe y la velocidad; increíblemente sabía conducir bien y le dió unos buenos arrancones cuya adrenalina culminaba con un pasional beso, después de la risa y el alivio de haber burlado a la policía por exceso de velocidad y conducción imprudente. Era feliz. Mi rutina consistía en salir de la Nueva Santa María para llegar a Naucalpan cada fin de semana.

Llegó Diciembre, y con él, el día que me cambiaría la vida para siempre; uno de esos puntos de inflexión en los cuales años después te das cuenta que fue uno de los pocos momentos que se dan en la vida, en los que dividimos la realidad en dos; uno donde si hubieras tomado una decisión diferente, aparentemente sin importancia, tu vida hubiera sido otra completamente. Para ese entonces ya había ignorado algunas alarmas, como el pequeñísimo detalle de que aquel mesero que nos atendió el día de nuestro reencuentro era nada más y nada menos que el “ex” de Tulia. El-ex-no-vio !!. ¿Qué pedo?, y que yo estaba siendo usado para darle celos a ese muchacho que seguramente la dejó para evitar ir a la cárcel por andarse merendando a una menor de edad 10 años menor que él.

En fin, se armó la aventura, iríamos al paraíso terrenal de los chilangos, al oasis de meados en el agua y señoras con ropa aferradas a la orilla por no saber nadar, el centro de reuniones y pedas de la raza prieta de pelos parados de Tepito, Oaxtepec. Invité a mi amigo León, y ella llevaría a su mejor amiga y a uno de sus amigos (pretendiente y competencia por cierto, casual). Adelante iba Tulia manejando, yo a un lado, y nuestros 3 amigos sentados atrás; pasamos al Super para surtirnos de una botella del tequila más barato que encontramos, de esos que te dejan ciego, una botella de 3 litros de Viñareal, un par de six de cerveza al tiempo, pan bimbo, jamon, mayonesa y unos cigarros. No fumaba en ese entonces, ni sabía cómo, pero le hacía al cuento creyendo que fumando al lado de ella me vería cool.

Ya entrados en la carretera cerraba los ojos por momentos sintiendo el aire que entraba por las ventanas abiertas yendo a 120 - 130 km/h, dejándome llevar por esa sensación acogedora que estremece al corazón, estaba viviendo un sueño; abrí una lata de cerveza y me la tomé aunque me supiera a mierda, porque una cerveza al tiempo es todo, menos rica, pero “me hacia ver bien vergas”. Cabe destacar que casi nos matamos en la famosa Pera, ese tramo de la carretera a Oaxtepec en forma de la fruta que tiene caídas de varias decenas de metros y es fácil accidentarse; por el exceso de velocidad con que tomamos la curva inicial estuvimos a nada de caer al vacío… a nada. Es lo más cercano que he estado de presenciar un milagro… vivir; el inicio del fin había comenzado.

Llegando todo se desenvolvió casi como lo había imaginado, porque en un momento dado Tulia se encontraba abrazada de mi amigo, en la alberca, ambos en estado feliz, digamos, relajados por el alcohol. Yo no podía hacer ni decir nada sino tragarme los celos, frustración y coraje pues oficialmente no éramos nada. Me separé del grupo con el pretexto de revisar el auto que hacía sonidos extraños, y ahí me quedé, tomando Viñareal, impotente, encabronado, sin saber que hacer… solo. Lo que iba a ser un día épico lo fue, pero no de la forma en la que me había imaginado, y lo peor ni siquiera había comenzado.

De regreso manejé yo, ya que entre Tulia y mi mejor amigo ya casi se habían terminado la botella de tequila. Ebrios, comenzaron a besarse, tocarse, acariciarse y demás mientras yo, impotente, manejaba tratando de entender que carajos estaba pasando. En un momento dado el otro pretendiente se encabronó y se agarró a golpes (que ni sintió) a León estando en la fila para pasar la caseta de cobro, momento que aproveché para orillarme, estacionar el auto y calmar los ánimos. Al abrir la puerta, León cayó como bulto al duro asfalto; a la fecha dice solo recordar una llanta frente a él y la carretera sin tener noción de donde estaba o qué hacía ahí.

Era momento de dejar a todos en sus casas y mandarlos a todos al carajo; mi vida se derrumbaba ante mis ojos con la incapacidad (o los huevos) de no poder cambiar los hechos… otra vez. Decidí dejar a León en casa de uno de mis mejores amigos de aquel entonces, el cual vivía en Clavería y quedaba de camino para dejar a los demás. Toqué el timbre, salió, y le pedí ayuda para sacar al bulto humano y noqueado que era en ese momento mi querido amigo que volvió a besar el asfalto, como muerto escondido en un closet que cae cuando abres la puerta en una película de terror. Lo tuvimos que arrastrar hasta el interior de la casa y dejarlo boca abajo por si vomitaba, lo cual hizo durante toda la noche según me enteré después. No me quedó más remedio que llamarle a su madre en el teléfono público de la esquina para avisarle que su hijo estaba bien, ebrio pero completo, y aguantar su comprensible molestia.

Segunda parada, Naucalpan. No sé cómo (tal vez aun tenia la tonta e ilusa esperanza de poder voltear las cosas a mi favor), Tulia me convenció de ir al entonces famoso antro El Frogs. Una vez adentro, el caos comenzó de nuevo cuando se encontró de casualidad a un “amigo” supongo, porque en un descuido mío todo pasó de “leve esperanza” a “ella está bailando y fajando con un -amigo- al cual tenía tiempo de no ver”. ¿Qué carajos estaba yo haciendo ahí?, ¿por que no me fui?, ahora veo lo poco que me quería (a mi mismo). Me senté en una mesa en un rincón solitario lo más apartado posible del bullicio, estaba solo rodeado de gente. Jóvenes bailando y pasándola bien; tachas, alcohol, marihuana, sexo; nada de eso importaba. La estruendosa música se escuchaba como un susurro lejano en mi mente, mientras mis ojos se perdían en las intrincadas formas de la mesa de madera en la que me encontraba, ni siquiera noté que un mesero me estaba ofreciendo algo hasta que me sacudió de los hombros; todo se veía borroso; era como estar en una pesadilla de la que no puedes salir porque el pendejo de mi todavía pensaba que no la podía dejar ahí, sola, sin los medios para regresarla sana y salva a su casa como le prometí a su mamá que haría. Me habían partido el corazón por segunda vez en el año, y yo lo permití todo.

Dejé a Tulia en su casa a las 3 de la mañana, me despedí de su mamá pidiendo disculpas por el inconveniente estado de su hija, y me retiré a mi casa con unas basuritas que se me metieron a los ojos, los otros dos amigos ya se habían retirado por cuenta propia hacia unas horas pues vivían cerca. Me prometí no volver a mendigar amor, mientras manejaba en el periférico vació de la madrugada a 150 km/h como medio para sacar todo lo que llevaba cargando en mi corazón; el aire se estaba llevando lo que quedaba de mi. O moría, o me levantaba; ya nada importaba, había tocado fondo…

A los dos días sonó el teléfono, y justo cuando me disponía a contestar lo hizo mi hermana; era Tulia; mil cosas pasaron por mi cabeza en lo que me pareció una eternidad ¿Se iba a disculpar?, ¿Quería verme como si nada hubiera pasado?, ¿Recordaba al menos lo que había sucedido?, ¿Cuáles eran sus intenciones?. Sin saberlo, estaba en ese punto de inflexión donde de haber tomado otra decisión, mi vida hoy hubiera sido completamente diferente (efecto mariposa); tuve una corazonada, además de que seguía encabronado, y le hice señales para que le dijera que yo no estaba, colgaron. No volví a saber de ella nunca más.

Esa experiencia, fue la semilla que me hizo tomar el rumbo que me llevó al punto donde estoy ahora, pero esa, ya es otra historia. Lo bueno de estar en el fondo, es que no puedes bajar más, y todo es hacia arriba, ¿Qué más podía pasarme?. Bueno, la vida tiene una forma muy extraña de hacerte valorar lo bueno que tienes, porque ¿cómo puedes saber lo dulce que es lo dulce, si nunca has probado lo amargo?, (aunque la vida se encargó muy bien de restregarmelo en la cara más de una vez); mi paso por el infierno ya es un tour casual sin importancia y he aprendido a darle su merecido valor a las cosas. Amigos, sean felices y no se martiricen por pendejadas, y sobre todo, nunca, repito, NUNCA, mendigues amor.


*No era para tanto, pero a esa edad uno siente que se le acaba el mundo y que nunca más vas a volver a encontrar el amor. Ahora lo recuerdo y me da risa lo dramático que fui, y del poco amor propio que me tenía.

martes, 9 de junio de 2020

Unreported Truths about COVID-19 and Lockdowns

Siempre he sido de naturaleza escéptica y con lo del Covid no fue la excepción; había algo "fishy" que no me cuadraba y que medio mundo, literalmente, se tragó con todo y anzuelo, que obedece más a una agenda política y económica de los poderes mundiales, que a un problema de salud. Nos metieron miedo, nos encerraron, nos pusieron bozal, perdón, cubrebocas, etc., y hasta ley seca porqué "fuck you". ¿Pero el virus es realmente tan peligroso como nos lo han hecho creer? Publicando mi opinión sobre el tema, me he quedado sin amigos, otros han entrado como defensores de la "verdad" para decirme que soy peligroso, llamando monos cilindreros a todo aquel que apoyara mi opinión (cof cof Alex...), se han ofendido con mis parodias de limpieza de productos, etc. Pero aquí sigo, y seguiré cuestionando todo porque talvez, como me dijo una vez una amiga (gracias T.) yo sea una especie de "revolucionario moderno, anarquista" por decirlo de alguna manera. A mi forma de ver las cosas, solo soy un tipo común y corriente que tiene los huevos de decir lo que piensa, y a diferencia de lo que muchos creen, no soy ese radical que a veces parezco ser, ni conspiranóico; de hecho, parte de mi objetivo es desmontar bulos, supersticiones y pseudociencias. Mi mente siempre está abierta al cambio si se me presenta la evidencia o argumentos lo suficientemente convincentes, razonables y con un respaldo solido. Aquí una de mis controversiales conclusiones: https://pelos66.blogspot.com/2020/06/la-verdad-sobre-el-covid.html Y los sesgos de confirmación salen a la luz de forma inmediata, rechazando por defecto lo que va en contra de la idea preestablecida que nos hemos formado sobre algo, y enfocándonos en todo aquello que apoye nuestra visión, como menciona Rocío en éste video: https://youtu.be/b_I6WmatS2o No queremos saber la verdad; deseamos tener la razón. ¿A que voy con todo esto? Bueno, recientemente me he topado con éste libro que fue censurado por Amazon porque precisamente, cuestiona lo mismo que he venido cuestionando durante meses, y que gracias a la presión de Elon Musk, se pudo poner a la venta. https://www.amazon.com.mx/gp/product/B089P216NP/ref=ppx_yo_dt_b_d_asin_title_o00?ie=UTF8&psc=1 Unreported Truths about COVID-19 and Lockdowns: Part 1: Introduction and Death Counts and Estimates. Former New York Times reporter and prominent lockdown critic Alex Berenson provides a counterweight to media hysteria about coronavirus in this series of short booklets answering crucial questions about COVID. Aquí la noticia: https://www.cnet.com/news/elon-musk-tweets-break-up-amazon-after-coronavirus-ebook-temporarily-blocked/ En conclusión: no sean borregos, y no dejen de apoyarme aunque les digan "monos cilindreros" XD gracias por su apoyo.

¿La verdad sobre el Covid?

¿Neta tan poca gente se da cuenta que las medidas de confinamiento NO son por nuestra salud, sino que todo tiene fines políticos y comerciales? A los gobiernos les vale un metro de camote si te enfermas o no; el COVID es una forma de liberar presión y de colocarnos en posición necesaria para el colapso. Pero sigue engañándote pensando que encerradito eres un buen ciudadano, y que tu gobierno hace lo mejor que puede por tu salud. Ojo, no digo que la pandemia no sea real, ni pido que salgan a pasear como si nada, pero...
Si te quedas en casa encerrado.
Si las fabricas e industrias paran sus actividades.
Si a través del miedo, logras que los países y gobiernos encierren a la gente. ¿Qué se deja de consumir?
HIDROCARBUROS.
Estas en casa, no usas el coche, no ocupas gasolina. La fabrica cerrada, no usa luz, no usa gas, no usa diésel. Todo paralizado, transporte, aviones, etc, no hay uso de turbosina, ni de gasolinas, hidrocarburos y de sus derivados.
La gente deja de consumir derivados del petróleo.
Saldos:
Cerca de 100,000 muertos en todo el mundo (lo que es, realmente nada, en proporción a la población mundial), 42 países endeudados, 38 mil millones de petrodólares dispuestos del FMI
MILLONES DE FAMILIAS EN POBREZA EXTREMA, EMPRESAS EN QUIEBRA, MILES DE EMPLEOS PERDIDOS, GOBIERNOS POLITICAMENTE DESVASTADOS, ECONOMIAS HUNDIDAS POR COMPLETO (SOBRE TODO LATINOAMERICA)
¿Para que? Para forzar un FRENO GLOBAL, al consumo de crudo y derivados, y demostrar que EUA todavía tiene el control global y el poder.
La "Concentración", concentración de poder, de riqueza, de capacidad. Todas las formas de organización tienden a favorecer la concentración y a contener o subordinar a todos los individuos. El juego terminará cuando una sola consciencia domine todo, mientras tanto, los polos de concentración empiezan a conflictuarse (en este caso, los estados nacionales: China vs USA; Árabe vs Rusos; etc.).
Y antes de llamarme conspiranóico, les diré como suelen decirme algunos en tono condescendiente "te invito a que te informes", antes de opinar, y luego, como cereza del pastel del ego diré con el pecho inflado "Buena tarde".
Edición: Pero ustedes no están listos para tener ésta conversación (Insertar meme aquí).