jueves, 4 de diciembre de 2008

Estupidez

Recientemente leyendo el blog de un amigo y colega donde hablaba sobre la estupidez humana, puse en tela de juicio la veracidad de sus afirmaciones respecto a nuestra capacidad de hacer estupideces, tal vez en parte por mi ingenuo carácter, o el ligero aire de soberbia y condescendencia con que escribió su entrada; sin embargo, el otro día mientras echaba a un amigo de cabeza y hojeando las paginas amarillistas del diario, me he enterado de historias que una vez más me hacen afirmar que, la ignorancia se quita, lo pendejo no, y que mi colega no estaba tan errado después de todo.

Para todos aquellos antisociales que gustan de una “fama” virtual utilizando servicios como el HI5 (que es una mamada), aunque en la vida real sean unos equis (como yo), hay un servicio gratuito llamado Second Life, el cual es un universo alterno cuyos habitantes co-existen como parte de una red mundial donde cada individuo es una persona real detrás de una computadora conectada a Internet  y como en el mundo palpable, hay casas, tiendas, centros comerciales, oficios, etc. Y uno puede ser quien desee ser, conocer gente y llevar una vida paralela que solo existe en la maraña de silicio y electrones que el hombre ha creado.


De esta manera un par de individuos (hombre y mujer) se conocieron e hicieron novios dentro de éste mundo virtual. Después de semanas de llevar un noviazgo de ésta manera, y mojar la brocha electrónicamente mientras sus contra partes reales se hacían una paja mental, decidieron conocerse en persona, complementaron su noviazgo con uno real y al poco tiempo de casaron. Al vivir juntos y ser marido y mujer, continuaron su hobby disfrutando paralelamente en sus ratos libres dentro de Second Life. Pero ella sospechaba que su marido le era infiel, así que contrató a un investigador virtual para seguir a su marido (si, virtualmente). Éste último encontró al avatar de su marido en SL teniendo sexo con una prostituta (sí, también virtual); por lo que al contar con “pruebas” de que su marido le era “infiel”, le pidió el divorcio en el mundo real.

En otra historia, resulta que un individuo aseguraba que su miembro viril estaba enfermo, así que tras frustradas visitas al doctor el cual le aseguraba que todo se encontraba en orden, excepto claro por su cabeza (superior), un día de borrachera toma un cuchillo para rebanarse el cacho y se queda desangrando en el baño. Cuando sus familiares lo encuentran, fue llevado de urgencia al hospital donde dijeron que ya no había nada que hacer por el muerto (el cacho), y como buen eunuco se fue a su casa sano y salvo de las maldiciones de aquel artefacto del demonio; por supuesto el miembro quedará tres días en el hospital antes de ser incinerado, si nadie lo reclama.

También llamó mi atención una denuncia penal por intento de violación de una oficinista. Todo empezó cuando el jefe barrigón, viejo y bonachón, convenció a una empleada para que lo acompañe a dar unas vueltas por la ciudad fuera de horario de trabajo. Ella acepta y fue recogida (levantada (pasaron por ella)), pasearon por la ciudad, hicieron varias paradas técnicas donde compraron hamburguesas y unas cervezas para posteriormente ir al domicilio del denunciado en cuestión. Una vez dentro se tomaron las cervezas y después de tomar confianza, el anfitrión se pone cómodo despojándose de los apretados pantalones, apestosos zapatos y sudada camisa. La invitada, sin sospechar nada extraño, pues aparentemente este comportamiento es completamente normal en un superior, entró a su recamara y se recostó pues estaba cansada del ajetreo del día. El jefe se recuesta a su lado y cuando menos se da cuenta la invitada, tenia al viejo barrigón encima de ella manoseándole sus partes nobles ¡!. “Óigame no”, dijo, “usted puede invitarme a salir, comprarme cervezas, llevarme a su casa cuando no hay nadie en ella, cerrar con llave por dentro, quitarse la ropa y pasearse en canicas frente a mí, pero eso de tocarme mientras estoy acostada en su cama, óigame noooo”. Salió despavorida por sospechar comportamientos raros por parte de su superior, e interponer una denuncia, la cual nunca procedió según leí.

Y yo voy por un curita porque me he levantado la uña del dedo gordo (sin albur) de la forma más estúpida que se puedan imaginar.