viernes, 27 de febrero de 2015

Fuego

Me gusta contemplar el fuego bajo el velo de la oscuridad. Despierta mi instinto primitivo, legado de mis ancestros que mantenían una fogata encendida durante las noches, como protección, como cobijo de las criaturas que cazan por las noches, alejando a los espíritus que amenazaban con llevarse su esencia a un plano misterioso y desconocido. El fuego, me remonta a aquellos tiempos donde la vida era más simple, aunque más peligrosa también. Ver su danza, oler sus entrañas, sentir su calor, es un recordatorio constante del fuego interior, en un sentido metafórico, que lucha por mantenerse con vida desde el momento en que nacemos.


A veces, son esos pequeños detalles nimios los que dan vida a nuestra llama interna, por llamarla de alguna manera; basta con detenerse a observar un momento el cielo, o dejarse llevar por nuestros sentidos cuando sopla un viento refrescante que acaricia cada centímetro de nuestra piel; un roce en la mejilla. Cada quien tiene su propio combustible que alimenta su fulgor, y sus propios detonantes que lo hacen arder intensamente, grabando en nuestra memoria aquellos momentos que recordaremos por siempre.

Tal vez, al final, el propósito mismo de la existencia es encontrar lo que alimenta nuestra chispa e intentar mantenerla viva por encima del tedio cotidiano, que actúa como un extintor maldito succionando de nuestras entrañas el combustible de la vida.

Contemplo el fuego como un recordatorio de no dejar apagar mi propia chispa. Soplo y meneo con intensidad los brazos, abanicando el carbón incandescente para hacerlo arder, para lograr que llegue a su cenit, y con su hipnotizante movimiento, perderme en su furia, esperando que contagie con su energía a mi propia alma, porque si se llegase a apagar, la pasión por la vida se perderá irreversiblemente.

Encuentren lo que detona su fuego, y soplen, soplen con todas sus fuerzas, porque existen muchas personas que han dejado apagar el suyo, que desean volverlos ceniza, y arrojarla en el olvido. Un olvido que se lleva el viento.

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